"No hay ensayos generales en la vida."

martes, 3 de febrero de 2009

Tira, empuja.


La puerta estaba abierta...avancé casi sin pensar, siendo sincera, me moría por entrar.

La sensación allí dentro era tan distinta...quería quedarme allí, en aquel lugar desconocido, no sabía que me iba a encontrar pero...quería saberlo.
Seguí avanzando, y no encontré nada que me hiciera salir de aquel lugar, una calidez se expandió y, me sumergí por completo en un silencio (bendito silencio...) y recé por disfrutar de ello un poco más...sólo en contadas ocasiones presencié una calma tan perfecta, cerré los ojos... paz.
Sólo pasaron unos días, creo que fueron días, allí el tiempo siempre estaba parado, no puedo encontrar una equivalencia con el transcurso de los segundos aquí pero...se hizo dulcemente eterno.
Esbocé sonrisas al vacío, y no era yo, si no mi yo real, al que nadie puede ver, y sólo por un instante... (...)
Deseé ascender como el aire, y no sé si lo logré, pero la sensación fué similar.
Entré en ese estado de ensoñación que tanto odio a veces, por lo que siempre viene después (realidad) pero tan sólo el hecho de estar allí hacía que yo no pusiera oposicón a ello. No sabía si iba a salir de allí, ni como... asique me dejé arrastrar, y felizmente me entregué.
Pero no podía ser yo la protagonista de aquel momento si no había ningún imprevisto, efectivamente llegó de inmediato.

La flor que sostenía en mi mano derecha se dejó caer a sí misma en el momento en que esta dejó de apretarla, y su impacto contra el suelo fue imperceptible.

Había avanzado demasiado rápido, quise llegar demasiado lejos y deseé tener más cosas de las que estaban a mi alcance, y allí me encontraba, sola ante una puerta...cerrada, intentando adivinar si era el fin de mi trayecto, me senté y la miré durante horas (el tiempo parecía estar en marcha por primera vez allí) la cuestión era obvia...simplemente debía empujar para saber si estaba abierta...pero tomé esa decisión tan propia de mi...esa que consiste en dar un paso atrás, voltearse y continuar en otra dirección cuando el camino no es seguro, reacción de cobardes...soy consciente de ello, pero tristemente ya es casi un acto reflejo.
Pero el tiempo que pasé allí fue tan intenso que decidí quedarme en la fase de "solo" dar un paso atrás...me quedé inmóvil al intentar tomar otra dirección...si aquello que deseaba con todas mis fuerzas existía, sólo podría estar tras esa puerta...

Me he vuelto a sentar, la flor que cayó está marchita, la he cambiado por un cigarro interminable, almenos su humareda me hace sentir volátil cuando siento que me hundo.

Puedo seguir en este estado incoherente pero estable, puedo continuar aquí sentada en ningún lugar, de hecho, lo estoy.

A veces es todo tan predecible...

2 comentarios:

  1. El problema de esa humareda infinita es que no te deja ver más allá, el no querer abrir esa puerta para ver que hay detrás es un pensamiento casi fascista, no sólo cobarde.

    ResponderEliminar
  2. Pues en ese caso: Si arriesgas puedes perder, si no, ya has perdido.

    ResponderEliminar