Allí se quedó colgada, ensimismada, mirando las horas pasar...
Decía que la luz del sol no le sentaba bien porque atravesaba violentamente sus párpados pálidos, casi translúcidos, cuando intentaba no pensar, por lo que mantenía sólo una luz tenue, lo justo para distinguir siluetas.
A veces se perdía en cualquier parte durante bastantes minutos, pensando todo el rato en que no quería pensar, huyendo de lo que sabía le estaba persiguiendo y pronto le alcanzaría, pero todavía no, decía... aún no.
Mierda. Lo he vuelto a hacer...