Sueños de escape

Todo en esta vida es basura,

menos los besos que no se dan,

los que aún se pueden reciclar.

Llévame al Jardín de tus delicias,

donde nadie tiene prisa,

donde se pueden grabar los sueños,

donde los locos somos dueños.

En esta escala de grises,

en este daltonismo,

en cada tiznar de negro,

siempre vienes conmigo.

Los gatos también tienen miedo.

Angustia... pero sólo se debería quedar ahí, sin embargo ha rebasado mis bordes, y se escurre por mis enaguas.

No pasa día sin que, me pregunte si perdimos esta batalla, pero te sonrío todo el tiempo.

A veces siento como estos edificios se vienen encima, los caminos se me hacen interminables y aburridos, necesito una razón para caminar.

Esta mañana es otra de mis noches.

Albaicín.

Veía sus pasos alejarse, volver correteando hacía mi, y deslizar sus dedos por la roca erosionada de aquel puente, al fondo, parecía que habíamos retrocedido 800 años en la historia.

La paz de aquellos instantes se colaba entre mis venas llegando hasta mis pulmones, dando nuevos aires de esperanza dentro de mi.

Aquellos paisajes nos llenaban de tranquilidad, y alguna vez, les vi espiándonos entre las luces amarillas de aquellos muros infinitos, asomándose por la diminutas ventanas, mientras el agua camuflaba el sonido de nuestros besos.