Arrinconados, por nuestras propias manos. Avanzando hacia el tornado sin remedio, sin espacio...
Miedo, siempre miedo; miedo de encontrarnos, pero más miedo de saber que nos buscamos.
Nos torturamos, prendemos cadenas a muros herrados; nos amarramos... nos imponemos límites y nunca, nunca avanzamos...
Nos lamentamos, tal vez de en su día, no habernos abrazado, cuando tuvimos todo... y todo entonces despreciamos.
Nos alejamos... de los llantos de invierno, de secarlos con las manos.
Nos olvidamos, de no haber vivido antes nuestros sueños aparcados...
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