De los luceros de tus ojos, de lo obvio y de lo amargo,
del color de tu inocencia, de tu rostro desgastado.
De tus lágrimas de plata, de tus noches sin palabras,
de lo oscuro de tus miedos, del dolor, y de tu rabia,
del final de tu energía, de la muerte de tus ganas.
De tus sueños sin cimientos y tus besos consumidos,
de tus alas de cristal para vientos tan malditos,
de tu voz al escapar del hastío y del olvido,
de tu luz asesinada por un mundo tan vacío.
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